Óscar González Represas es director de la División TIC e Ingeniería de Software del Instituto Tecnológico de Galicia (ITG), entidad reconocida por el Gobierno de España como Centro Tecnológico de excelencia investigadora Cervera en Inteligencia Artificial en la Red CEL.IA tras un riguroso examen técnico.
Se trata, por tanto, de una voz autorizada para explicar en qué momento se encuentran el conjunto de tecnologías que integran la Inteligencia Artificial (IA) y cuáles son sus retos técnicos, de comunicación, regulatorios y éticos.
La tecnología avanza a pasos agigantados y la Inteligencia Artificial no deja de ser noticia en los últimos meses ¿en qué punto nos encontramos?
Podríamos decir que la IA se encuentra en plena efervescencia. La mejora, optimización e investigación sobre nuevas técnicas de inteligencia artificial aplicada al aprendizaje automático (Machine Learning, Deep Learning), la Vision artificial y tecnologías de lenguaje (NLP) son campos donde cada vez se producen más avances, principalmente fruto de las necesidades que atienden tanto al ámbito empresarial como doméstico.
Ejemplo de ello puede verse en la reciente irrupción de los asistentes conversacionales como ChatGPT, donde a través de técnicas IA de aprendizaje profundo (Deep Learning) se hace uso de redes neuronales denominadas transformer que permiten procesar grandes cantidades de texto y generar respuestas coherentes y relevantes a las preguntas de los usuarios.
¿Cuál es el impacto real en el ámbito doméstico y el empresarial?
A nivel doméstico, la IA viene a ayudar o plantear soluciones y nuevas formas de solventar nuestras necesidades diarias. Ejemplos cómo los asistentes virtuales como Alexa o Siri utilizan IA para reconocer comandos de voz que permita realizar tareas, electrodomésticos inteligentes, nuestros teléfonos móviles y las aplicaciones que utilizamos son algunos de estos ejemplos.
En el ámbito empresarial, la transformación digital es una actividad clave de diferenciación en sectores altamente competitivos, y la IA ha desembarcado como el elemento diferenciador no solo aplicado a los productos y servicios que se ofrecen, sino también a los procesos internos tanto a nivel de fabricación, como de gestión.
En esta evolución tan rápida ¿no deberíamos prever algún mecanismo de control?
Sí, sin duda. Un aspecto fundamental es cómo podemos introducir la Ética en los modelos de IA estableciendo un factor importante a la hora del desarrollo, no solo por la importancia de que es necesaria una regulación que impida la discriminación en las aplicaciones donde se utilice, sino también porque toda investigación tenga en cuenta estos factores a la hora de avanzar en el estado del arte. No todo vale.
Si echamos la vista atrás, ¿nos imaginaríamos todo lo que hemos conseguido?
La IA ha avanzado mucho en las últimas décadas y se ha convertido en una tecnología cada vez más sofisticada. Esta efervescencia que comentaba anteriormente se ha producido en un momento en el que converge la existencia y evolución de las técnicas en las que se basa (gran parte de ellas se han definido teóricamente en el siglo XX) con las capacidades tecnológicas que permiten que dicha tecnología se despliegue. El hardware y el cloud, unido al software en términos de capacidad como representa el bigdata y, unido a ello, la irrupción de los sistemas IoT (Internet of Things), capaces de generar grandes volúmenes de información, han sido puntos clave en esta evolución desde el punto de vista técnico.
Si miramos desde el pasado hacia la situación que tenemos hoy en día, podemos poner como ejemplo las películas de la época donde tener un ordenador que hablase parecía ciencia ficción; hoy en día ya es una realidad totalmente superada. Es cierto que ha habido un gran avance tecnológico que ha acompañado y permitido la evolución de la sociedad en general desde entonces. Aun así, creo que pocos nos imaginábamos hace años que estaríamos en esta situación o incluso que esta fuese viable.
¿La IA también falla?
Aunque se ha demostrado y probado su utilidad en muchas aplicaciones, la IA puede fallar. No olvidemos que los modelos de inteligencia artificial son programados por humanos o, llegado el caso, por otros modelos que a su vez han sido programadas por humanos, y este factor, tanto en lo concerniente a su creación y como a naturaleza, puede estar sujeto a algún tipo de error. Pero estos fallos, abordables y corregibles, pueden llegar a convivir con otros menos corregibles por ejemplo aquellos que dependan de las limitaciones actuales del estado de la tecnología.
Destacaría entre los principales motivos de los fallos asociados a la IA la introducción de sesgos en los datos sobre los que se entrenan los modelos de inteligencia artificial: para desarrollar un modelo, si este proceso se realiza con conjuntos de datos sesgados, puede llevar a decisiones injustas o inexactas. Por ejemplo, si una IA se entrena en datos clínicos de personas de edad avanzada que excluyen a ciertos criterios de género, puede dar como resultado que la IA acierte correctamente en casos de un colectivo (personas de edad avanzada y sexo masculino) y falle con otro colectivo. De la misma forma, como cualquier desarrollo, está sujeto a errores en la programación que pueden llevar a resultados inesperados o incorrectos y cuyo impacto variará en función del caso de uso sobre el que se aplique.
Por otro lado, otro factor sería la dificultad para adaptarse a nuevos datos: si la IA se entrena en un conjunto de datos limitado, puede tener dificultades para adaptarse a nuevos datos que no se parecen a los datos con los que se entrenó, lo cual derivará en resultados no controlados y sujetos a error. La IA puede tener dificultades para entender el contexto o la intención detrás de las decisiones que se toman, lo que puede llevar a malentendidos y decisiones incorrectas.
ITG trabaja en un proyecto para la búsqueda de personas desaparecidas como consecuencia de desastres naturales como el ocurrido recientemente en Turquía, ¿me podrías hablar de él? ¿en qué punto os encontráis? ¿cuándo podrá comenzar a ser de utilidad?
Sí, es una de las líneas de trabajo que tenemos en marcha en el ámbito de la Inteligencia Artificial (IA) junto a otras en sectores tan diversos como el audiovisual, textil, alimentación, industria, salud o energía. Esta en concreto está en una fase inicial y tiene como objetivo dar soporte a los servicios de emergencias para localizar personas desparecidas mediante la utilización de IA y tecnologías asociadas como la realidad virtual y aumentada, la visión artificial o el procesamiento del lenguaje natural.
Es la esencia del trabajo de un centro tecnológico: recibimos una necesidad del mercado que no tiene una solución concreta, analizamos las tecnologías más adecuadas y diferenciales para resolverla, y nos ponemos manos a la obra para solventar el problema. En definitiva, llevamos al mercado soluciones innovadoras que se normalizan años más tarde como algo habitual por su utilidad y eficiencia. Dicho de una manera más resumida, lo que hacemos es transformar conocimiento en valor social y de negocio.
¿En qué otros ámbitos aplica ITG la IA?
La combinación de estas tecnologías nos permite prestar soluciones avanzadas en múltiples escenarios: detectar defectos en producto en fábrica (Visión artificial) o solicitar información para su reparación (PNL) a través de nuevas interfaces de visualización como la realidad aumentada, la mixta o la virtual.
Definimos e implementamos soluciones en el sector industrial, energía y salud de una forma fácil e intuitiva, haciendo uso de interfaces de manejo sencillo para usuarios que no necesitarán tener un alto nivel de especialización.