Por: Diego Lafuente
Llamadme anticuado, pero ayer fue la primera vez en mi vida que jugué a la Wii. Y el caso es que siempre he sido un friki de los videojuegos. De casta le viene al galgo, porque fue mi padre el que se compró una consola Pong (http://en.wikipedia.org/wiki/Pong) en la misma época inmemorial en la que a “La 2” se le llamaba todavía “UHF”. Recuerdo perfectamente ese artilugio: una carcasa de plástico llena de solenoides con 10 juegos que se cambiaban con un selector-palanca, y que todos ellos consistían en una pelota cuadrada que rebotaba en choque perfectamente elástico contra palotes verticales de los más diversos pelajes. Después de eso, en mi casa entró un Atari (éste, más concretamente – http://en.wikipedia.org/wiki/File:Atari2600a.JPG), cuyo juego estrella (y único que tuve debido al precio de los cartuchos) era el Comecocos. De ahí pasamos a un Commodore 64 (http://en.wikipedia.org/wiki/File:Commodore64.jpg), un cacharro cuya barra espaciadora parecía indestructible, y que incluía míticas teclas como la de “Run Stop”, para parar la ejecución de un programa, y “Restore”, tecla que a día de hoy sigo sin saber para qué sirve. Por cierto, visionarios estos americanos de Commodore que le dedicaron una tecla específica a la arroba, cosa que nadie más ha vuelto a hacer hasta la fecha. Después de esto entró el PC y tuvimos un XT, un AT con botón de turbo que hacía que al pobre Mario le diesen ataques epilépticos, un 386, un 486 y un Pentium. Y en los 90 volvimos a las consolas: Gameboy, Game Gear, PlayStation y PlayStation 2. Y luego lo dejé, no sé si por aburrimiento o por la excelente oferta televisiva que por aquellos tiempos ofrecía Telecinco con sus Mamachicho.
Tras la entrada de Sony y su Playstation, el mercado de los videojuegos se antojaba impenetrable: tenía las mejores consolas, los mejores juegos, los mejores gráficos, los mejores motores 3D y encima era bastante fácil piratearla. Parecía simplemente insuperable porque además los ingenieros de Sony mejoraban todas esas características en cada versión nueva que sacaban de su consola. Nintendo con su Cube, Microsoft con su X-Box y Sega con su Saturn se estrellaron contra el altísimo muro de la Playstation. Pero hay algo en lo que Sony no pensó: el mando de mi consola Pong era un palito con un botón. Muy parecido al que venía con la consola Atari. Idéntico al joystick que utilizaba en el Commodore, y el mismo concepto que las teclas del PC y los Gamepads que te vendían para los juegos más complicados. La misma cosa que la Gameboy, la Game Gear y las subsecuentes versiones de la Playstation. El interfaz hombre-máquina de las consolas no había evolucionado NADA desde los tiempos del Pong. Nintendo se dio cuenta de esto y saco la Wii, una consola cuyos gráficos son similares a los que ofrecía el Commodore Amiga a finales de los 80, cuyos juegos tienen una complejidad similar a los del Pong, pero que ha revolucionado la forma de jugar con la consola. Y todo porque han cambiado lo único que no había evolucionado en los 30 años anteriores. En la actualidad Nintendo vende a nivel mundial lo mismo que sus dos principales competidores juntos (Sony y Microsoft – http://en.wikipedia.org/wiki/Console_wars#Worldwide_sales_figures_5).
La moraleja que yo saco de esta historia es que no existen mercados impenetrables. En todos los mercados hay hueco para la innovación, y para un nuevo producto que aporte algo a los que ya existen. Da igual que el mercado tenga mucha solera y parezca saturado de competidores. Siempre hay hueco. Lo demostraron los Japoneses cuando entraron en el mercado de la automoción, lo ha demostrado Toyota con su Prius, y ya veremos si el coche eléctrico mezclado con el concepto “vehicle-on-demand” revolucionará de nuevo esta industria, en principio tan asentada. Otras industrias tradicionales han sufrido revoluciones similares: la aviación comercial con la entrada de las low-cost, que no han cambiado la forma de hacer los aviones, pero sí la gestión de las flotas, de los pasajeros y de los servicios. O la telefonía móvil, que parecía coto privado de Nokia y que ha roto recientemente Apple con un único modelo de teléfono, convirtiendo a la empresa de la manzanita en el fabricante de móviles más rentable, arrebatándoles la corona a los finlandeses.
A veces las soluciones a los grandes problemas y las entradas a los mercados impenetrables se encuentran en cosas sencillas y acciones simples. Quién sabe, a lo mejor el siguiente gran cambio que va a sufrir la industria de la automoción estará en el interfaz vehículo-conductor: el volante, la palanca de cambios y los pedales existen desde la primera versión del Ford-T. Igual es hora de cambiarlo. A ver quién se atreve.