I+D+i: ¿Gasto o inversión? I

Por: José Ramón Perán

Director de CARTIF

I+d+I PeránEn algunos de mis artículos anteriores he reiterado el desolador panorama de la I+D+I nacional y regional por la reducción de los recursos públicos y privados dedicados a estos fines. A ello hay que añadir la confusión que crean los constantes cambios conceptuales en los instrumentos públicos de ayuda. Hoy vamos a tratar de buscar la raíz del desapego de las empresas privadas a emplear recursos propios y recurrentes al progreso tecnológico de manera endógena. Aparte de desahogos más o menos diletantes, como el archiconocido unamuniano ‘Que inventen ellos’, los empresarios españoles han vivido una muy larga etapa de aislamiento económico y proteccionismo desde mucho antes del Desastre del  98. La Ley del R.C. con las Antillas de 1882 cierra el periodo librecambista inaugurado por el Arancel Cánovas de 1891 y se reafirmó con el Arancel Cambó de 1922. Si además se añade la política franquista de la Autarquía vigente de 1959, tenemos todos los ingredientes que dieron lugar al llamado Modelo Castizo de nuestra economía.

El brutal proteccionismo industrial dio lugar a una industria no competitiva, en la cual el escaso progreso tecnológico muy discontinuo, era siempre adquirido, a precio de oro, en el extranjero.  Esto propició que las regiones  más industrializadas, esencialmente Cataluña y País Vasco, vivieran épocas de esplendor económico a costa de la miseria y el retraso de las regiones esencialmente agrarias. La consecuencia fue que nuestra industria y en menos medida la agricultura, eran brutalmente no competitivas, lo que se reflejaba en que nuestras exportaciones tradicionalmente eran mucho menores que las importaciones. Nuestra clase empresarial, con las excepciones de rigor, se acostumbró a resolver sus dificultades mediante la presión política, siendo la I+D+i algo exótico.

La apertura creciente inaugurada en 1959 y acelerada por nuestra entrada en 1986 en la Unión Europea, ha desembocado en la actual globalización generalizada, creciente y afortunadamente imparable. Aunque las mentalidades empresariales han evolucionado, no ha sido posible desarraigar del pensamiento las viejas rutinas. Hoy el mayor problema para salir de manera sana y duradera de nuestro marasmo competitivo es que una gran mayoría de empresarios considera que el coste de I+D+I es un gasto, muchas veces superfluo, a veces de valor comercial, sin el cual se puede vivir, y que por tanto debe ser pagaso íntegramente por el Estado. Continuaremos.

X
X