Diego Lafuente, Director de Gestión de Conocimiento de Red de Fedit
Llevamos ya casi un millón y medio de años de progreso desde que el hombre descubriese el fuego y dos siglos frenéticos de cambios y avances tecnológicos y, sin embargo, el hombre no ha sido todavía capaz de idear algo que sustituya al trato humano. Johannes Gutenberg con su imprenta en 1439, Samuel Morse con su telégrafo en 1840 o Graham Bell con su teléfono en 1876 fueron pioneros a la hora de idear sistemas que en algún sentido estaban llamados a sustituir a la comunicación presencial entre seres humanos. El siglo XX y lo que llevamos del XXI han sido en ese aspecto una auténtica locura: el teléfono móvil, Internet, el correo electrónico, las redes sociales, la transmisión de datos inalámbrica, la videoconferencia… No era infrecuente escuchar a algún visionario a finales de los ochenta vaticinar que tanta tecnología nos deshumanizaría y nos haría seres sedentarios que permaneceríamos todo el día en casa sentados delante de un ordenador alimentándonos a través de un tubo conectado a la disquetera, que al final se perdería el contacto humano y que a la gente le acabaría dando igual si lo que hay al otro lado del módem era un ser humano, un cefalópodo o una tostadora multifunción. Nada más alejado de la realidad: todos estos avances en la comunicación humana han servido para enriquecer la forma en la que nos relacionamos los unos con los otros y para hacer más eficiente la comunicación no presencial, pero en ningún caso han servido para sustituir la magia de un encuentro entre dos personas cara a cara. A día de hoy seguimos reuniéndonos en un mismo salón para celebrar la Navidad (yo planteé a mi familia conectarme por Skype este año y casi me desheredan), seguimos visitando a nuestros amigos cuando están enfermos y preferimos ir al mercado a que el carnicero nos cuente su vida antes que hacer la compra por Internet. Los grandes acuerdos, tanto políticos como de negocios se siguen cerrando en restaurantes y en campos de golf, y no sólo por lo agradable que resulta darse un paseo por un césped bien cortado armado con un palo de hierro, sino porque nuestra naturaleza y nuestro subconsciente todavía valoran mucho el hecho de tener a una persona delante y hablar con ella antes de tomar una decisión o de llegar a un acuerdo. Un millón y medio de años y el trato humano presencial parece insustituible.
Centrémonos ahora en el mundo de la Investigación Aplicada en España. Éste no es un país muy grande en extensión (hay 49 países por delante de nosotros, a la espera de que se independice alguna otra República Soviética), por lo que desplazarse de un lado a otro no se antoja como una tarea muy complicada. A pesar de esto, nuestro día a día nos mantiene en muchas ocasiones hipnotizados ante una hoja Excel y nos impide salir a conocer a nuestros vecinos para saber lo que hacen y ver qué podemos hacer juntos. Aunque bueno, siempre nos podemos conectar al oráculo de Google, aprender qué es lo que están haciendo cien kilómetros más allá y llamarles para proponerles trabajar juntos en algo. Seguramente la cosa acabe funcionando, pero también seguramente no se ponga nada en marcha hasta que no se celebre una reunión presencial entre ambas partes.
En Fedit llevamos ya tres años celebrando el Encuentro Nacional de Centros Tecnológicos con el único objetivo de crear un espacio agradable y dinámico para que los investigadores se conozcan; que se conozcan personalmente como paso previo a hacer cosas juntos; que pasen dos días conviviendo para que luego puedan estar 2 años colaborando. Muchos de los grandes proyectos tecnológicos de los últimos años han sido posibles gracias a la relación personal de sus artífices (Microsoft, Google, YouTube). Si Silicon Valley funciona es en gran medida porque opera como un gran campus: investigadores, empresarios e inversores viven en los mismos barrios, comen en los mismos restaurantes y se van de cañas por los mismos bares. Está claro que conocerse no es suficiente para establecer una colaboración profesional, pero sí que parece ser necesario. El Encuentro de Fedit lleva tres años creando el caldo de cultivo idóneo para que la gente conviva y se conozca. Y parece que funciona: los proyectos en colaboración entre Centros Tecnológicos han ido aumentando con el paso de los años, y el Encuentro ha ido creciendo en interés, expectación y número de participantes. Y queremos que siga creciendo: el año pasado lo abrimos por primera vez a la participación de Universidades y OPIs, y este año queremos aumentar su presencia. Y nadie nos impide que en un par de años más lo abramos a la participación de investigadores internacionales y que en lugar de los 200 investigadores que fuimos el año pasado seamos 500.
El Encuentro de este año (IV Encuentro) se celebrará en Bilbao y además de todo lo comentado anteriormente incluirá novedades que espero que os sorprendan agradablemente.
Espero veros a todos por allí y así nos conoceremos personalmente.