“En la actualidad es prácticamente imposible encontrar una empresa u organización que no pretenda de alguna u otra manera innovar. En el lenguaje de los negocios, la «innovación» ha alcanzado una posición tan importante que se considera una necesidad estratégica.”
VISTO EN INNOVATICIAS.COM
¿Qué significa innovar?
Pero en realidad la innovación es un concepto difícil de definir, porque para las distintas personas, instituciones y organizaciones significa algo diferente. La innovación debería ser un proceso continuo, desde mejoras en los materiales hasta pequeños o grandes cambios en los productos o procesos ya existentes, hasta alcanzar la cota de lo que se considera la innovación disruptiva.
Para poder seguir hablando de innovación y no caer en el empleo “vacío” del concepto (usarlo casi para todo y en realidad no aplicarlo a nada concreto) lo definiremos como algo nuevo o una diferencia sustancial en la forma de llevar un negocio, que se aplica a productos o a servicios.
¿Cómo se produce la innovación?
A través de un proceso eficiente de ideación, exploración y experimentación que da lugar algo diferente de lo que estamos vendiendo o aplicando, esto es que creamos nuevo valor combinando cosas o ideas aparentemente sin relación, transfiriendo algo de un entorno a otro o encontrando nuevas percepciones en patrones o en aberraciones.
Las ideas innovadoras rara vez surgen de una “inspiración” sino que son producto del aprendizaje, del trabajo conjunto y de un cambio real de mentalidad, que permita pensar de manera diferente de como se suele hacer habitualmente.
Tanto el pensamiento innovador, como el pensamiento crítico, no son lo “natural” en la mayoría de las personas, por eso innovar se hace tan difícil, pero los últimos 25 años de investigación en neurociencia, psicología, estudio del comportamiento y educación han demostrado que los seres humanos son pensadores altamente eficientes y rápidos, si los resultados son los que esperaban.
El pensamiento está limitado por la tendencia “muy humana” de racionalizar la información que contradice ciertas creencias y por muchos sesgos cognitivos. En pocas palabras, cuando se está en “piloto automático”, las personas no son pensadores críticos o innovadores, sino máquinas de confirmación.
¿No estamos preparados para innovar?
El sistema educativo y la mayoría de los ambientes de trabajo enseñan que el buen desempeño significa evitar el fracaso y/o no cometer errores. Este es un gran problema, porque el fracaso es una parte inevitable de la experimentación de la innovación. La innovación requiere la voluntad de fracasar y aprender de los errores.
Abraham Maslow, uno de los fundadores del movimiento de la psicología humanista, acertadamente declaró que un individuo participaría en el aprendizaje sólo «en la medida en que no esté paralizado por el miedo y siempre que se sienta lo suficientemente seguro para atreverse a errar».
Esto significa que para innovar es necesario cambiar la actitud hacia los fracasos y los errores. Contrariamente a lo que hemos aprendido, evitar el fracaso no es una señal de que alguien sea inteligente. Ser inteligente no significa conocer todas las respuestas y actuar impecablemente.
La inteligencia está en conocer las limitaciones, ser conscientes de lo que no se sabe, priorizar lo que es preciso saber y ser eficiente a la hora de encontrar las mejores respuestas basadas en evidencias y por tanto producto del ensayo y error.
La mayoría de los entornos organizacionales no están preparados para que quienes deben innovar sean capaces de enfrentarse a los fracasos que conlleva necesariamente el proceso creativo, ya que la idea principal es que se alcancen resultados predecibles, confiables y estandarizados.
¿Hay soluciones?
Para orientarse a la innovación no siempre le es posible a una empresa tener un plantel específico dedicado a ello, ya que suele ser prioritario llevar a cabo la consecución de los objetivos organizacionales, antes que crear productos y /o servicios innovadores. Esto sucede especialmente en la Pymes, que no pueden permitirse la inversión que ello supondría.
Pero eso no implica que estas empresas no necesites innovar, ya que estas nuevas ideas podrían convertirse en los puntos de inflexión que marquen un antes y un después en dichas organizaciones, tanto a nivel organizacional como económico.
Para ello, en España las empresas cuentan con la invalorable ayuda de los Centros Tecnológicos, que al ser organizaciones sin fines de lucro se dedican a brindar este tan necesario servicio, sin que ello les resulte a quienes los emplean, un agobio económico excesivo.
Nuestro país cuenta con una legislación vigente en ese ámbito y con los Centros Tecnológicos adecuados en todo el territorio, como para poder dar satisfacción a la necesidad de innovar que tienen las empresas nacionales. Solo falta que los gobiernos, locales y el nacional, presten la debida atención a este sector tan necesitado de apoyo y de financiación.
Hablamos de las empresas que son el presente y el futuro de esta nación y que cuando acabe de pasar la crisis económica, se hallaran con que sus similares en el resto de Europa y el mundo, están varios pasos por delante, porque en ningún momento han dejado de innovar.
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